jueves, 12 de enero de 2012

Parte 12

-¿Adonde vamos ahora?- me cuestionó Claire después de salir del hotel.
Eso mismo me preguntaba yo, luego del ataque, pensaría que haría ruido, ¿verdad?, pero no lo hizo, lo que me hizo preguntarme porque y descubrí, cuando examinaba el cuerpo muerto de la asesina, una carta del hotel que decia que la necesitaban para acabar con nosotros. Viéndolo, deduje que el gerente del hotel trabajaba con la organización de los asesinos, por eso teníamos que irnos de ahí. Por primera vez en toda la misión, tenía duda del siguiente paso.

-No lo sé-respondí.
-Pero, tenemos que ir a algún lugar.
Si, sólo que...Espera.
-¿Qué?
-Ese auto de ahí lo reconozco.
-¿Cómo?
-Porque me venia siguiendo desde que estuve en Inglaterra-terminé de decirlo y arranque el coche con todo lo que tenía.
Hasta a mi me sorprendió la velocidad que tenía, pero eso no me interesaba de momento, lo único que importaba era alejarlos lo más posible de la ciudad para que no hicieran daño a las personas de los alrededores.
-¡¿A donde nos dirigimos?!-gritó Claire
-¡Al puerto!
Lo malo es que no sabia donde se encontraba el puerto, lo mejor es que el auto tenía entre sus aditamentos especiales un GPS, así nos fue más fácil evitar muchas calles super pobladas y al mismo tiempo vencer a los coches, pero me estoy adelantando.

Igual que los vehículos que uso Bond, este tenia sus secretos, me interne en un callejón sin salida para esquivar una envestida del perseguidor. Al verlo desierto, di la vuelta y active uno de los misiles frontales. Nunca supieron que los golpeó. La mala suerte al parecer me perseguía, ya que salí del callejón y otros tres autos del mismo modelo se lanzaron en nuestra búsqueda y captura.

El camuflaje que tenia el auto no sirvió de mucho, ya que tenían cámaras infrarrojas por toda la calle (como luego descubrí), en tanto, saque a uno de la calle y se fue contra una fabrica abandonada que tenia adentro como mil kilos de fuegos artificiales (y ya saben lo fácil que explota todo en los guiones y escritos), uno fuera, faltaban dos.

El segundo fue un poco más difícil de despistar ya que, literalmente, estaba a nuestro lado, lo que hice este caso fue que, con un aditamento en las llantas, se las ponche. Como eso no lo detuvo, también le tuve que explotar el motor con un láser que se encontraba en la parte trasera Sólo faltaba uno y no sabría quien lo conducía sino hasta después de que se interpusiera en mi camino. Sólo así descubrí a uno de los generales de la organización. Llegué al puerto y rápidamente me fui a los contenedores, pero me intercepto. Bajó del auto y vi, tan vivo como vi a Le Chiffre, a Francisco Scaramanga.

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