viernes, 1 de diciembre de 2023

Calendario de Adviento 2023 Día 1 "La carta"

Había una vez, en un reino lejano, un mensajero. Este mensajero, de acuerdo con las historias que se escuchaban en los bares del lugar, era capaz de entregar cualquier paquete o carta a tiempo. No importaba lo lejos o lo difícil que fuera el viaje, siempre cumplía con su objetivo.

Un día, el rey lo mandó a llamar. Tenía un trabajo muy importante para él: entregar una carta al reino vecino. Esto no sería tan complicado si no fuera que para llegar a al siguiente reino debía atravesar un valle, una montaña y un bosque. No solo eso, sino que tenía que entregarla antes de dos días. Si no, todo estaría perdido.

A pesar de no entender lo último que dijo el rey, el mensajero no se echó para atrás y aceptó el trabajo. Después de preparar varios víveres y herramientas útiles para el viaje, comenzó su travesía.

La primera parada de su viaje lo llevó al "Valle de los ladrones" el cual, por supuesto, era el escondite de varias bandas de mercenarios y ladrones. Si no se cuidaba, el mensajero sería su siguiente víctima.

Para protegerse, sacó de su confiable mochila una pequeña esfera, la cual, después de activarla, lo hizo completamente invisible. Con esto, pudo caminar por la primera mitad del valle sin problemas. Sin embargo, aunque lo hace invisible, no cubre sus rastros por completo. Una grupo de ladrones descubrió sus huellas y lo emboscó, dejándolo noqueado y tomando todas sus pertenencias, incluida la carta.

El mensajero despertó poco después gracias a un aventurero que lo encontró. Por lo que le comentó, estaba persiguiendo a esa misma banda de ladrones. Al saber esto, el mensajero le pidió ayuda para poder recuperar sus cosas, explicando la urgencia de recobrar la carta del rey. El aventurero aceptó de inmediato, comentando que nunca deja a nadie sin ayuda.

Unos metros más adelante, encontraron la guarida de los ladrones. Lo malo es que estaba fuertemente asegurada, con un mínimo de cinco guardias en la entrada, y quién sabe cuantos en el interior. Viendo que estaban superados en número, empezaron a idear un plan para derrotar a los ladrones sin sufrir bajas. Luego de unos minutos, y revisar lo que tenían a la mano, al mensajero se le ocurrió una idea.

El mensajero empezó a aventar unas pequeñas bolsas a donde estaban los guardias, las cuales explotaron llenado de humo el lugar. Gracias a lo que tenía el aventurero, el mensajero pudo crear unas bombas de humo improvisadas que desorientarían a los ladrones. Aprovechando el caos, ambos se escabulleron dentro de la cueva. Si podían recuperar la bolsa, el asunto estaría arreglado.

Escondiéndose de los ladrones que salían corriendo para ver que estaba pasando, el mensajero y el aventurero llegaron a la sala del tesoro. Buscando entre todo lo que tenían, encontraron la bolsa. Pero, el líder de los ladrones los descubrió y empezó a pedir refuerzos.

Sin tiempo que perder, el mensajero empezó a aventar varias botellas de líquido al suelo, que empezaron a soltar un extraño humo morado. Después de unos segundos, los ladrones caían dormidos. Lo que pasaba es que el mensajero necesitaba algo de somníferos potentes para poder dormir bien, así que decidieron aprovechar esa ventaja y poder derrotar a los ladrones. Después de ayudar al aventurero a atar a los ladrones, le agradeció la ayuda y continuó con su camino.

Pasado un par de horas, el mensajero llegó a la montaña. Para poder cruzar, existía un sistema de túneles muy sencillos, con caminar tres horas, ya estabas del otro lado. 

Pero, para su mala fortuna, al llegar a la entrada de los túneles, se encontró que estos estaban cerrados. Unos días antes, se habían derrumbado varias partes de los túneles, dejándolos inservibles, por lo menos, tres semanas. 

El mensajero estaba en una gran encrucijada: si no podía atravesar los túneles, el rodear la montaña le llevaría tres días como mínimo, fallando con su misión. Desesperado, se sentó a pensar en su siguiente paso.

Una maga se detuvo al ver al mensajero. Le preguntó que estaba pasando. El mensajero le contó la situación y la razón por la que necesitaba cruzar la montaña. La maga le pidió que le mostrara la carta. Al entregarsela, la maga tuvo una pequeña visión del futuro. 

Al terminar, la maga le dijo al mensajero que le ayudaría a cruzar la montaña si le prometía algo: cuando entregara su carta, la llamaría. El mensajero aceptó la enigmática condición.

Con un ligero juego de manos y un parpadeo, el mensajero apareció al otro lado de la montaña. Al parecer, la maga tiene varios círculos de transporte por todo el mundo, siendo este uno de ellos. Agradecido con ella, llegó a las afueras del bosque. Montó un campamento y esperó al día siguiente.

Al amanecer, el mensajero se internó en el bosque. Al poco tiempo, el bosque se llenó de una niebla muy espesa, la cual oculto por completo el camino. El mensajero estaba perdido.

Aún así, no se dio por vencido. Sacó una linterna de su mochila, la cual combino con una piedra mágica que servía como brújula. Al recitar un hechizo, de la linterna salió una luz muy potente que le indicaba el camino que debía seguir. Después de unas horas, el mensajero había cruzado el bosque y estaba a las puertas del reino vecino.

Llegó al palacio y le informó al primer ministro que tenía una carta dirigida a la realeza. Lo hace pasar al salón del trono donde lo recibe la reina. Inmediatamente le entrega la carta. La reina la lee de manera rápida y suelta un grito de sorpresa, ordenando que detuvieran la ejecución.

El contenido de la carta era que el hijo del rey, al cual habían sentenciado a la horca por actos de alta traición al reino vecino, en realidad había sido inculpado por enemigos dentro de la nobleza, anexando la lista de cómplices. 

El hijo del rey regresaría con el mensajero al reino. Al momento de cruzar la entrada del reino, el mensajero se acordó de su promesa con la maga y la invocó. La maga apareció al momento y empezó a abrazar al hijo del rey. Por lo que le contaron después, ambos estaban prometidos, y la maga estaba desesperada por salvarlo, pero no podía usar sus poderes sin causar un desastre. Confiar en el mensajero era su mejor opción.

Al regresar al reino, el rey le dio una gran recompensa al mensajero, acompañada de una medalla y un título honorífico de héroe. Al fin y al cabo, gracias al esfuerzo del mensajero, se había salvado una vida.

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