jueves, 21 de diciembre de 2023

Calendario de Adviento 2023 Día 21 "La joven del hotel - La hora de dormir"

Después de unas tres horas jugando, David y Helena se dieron cuenta de que ya era muy tarde y, si no se dormían en este momento, mañana estarían muy cansados. Pero antes tenían que bañarse, por lo que decidieron jugar un último duelo entre los dos para decidir quién iría primero. Obviamente, ganó Helena. Así que tomo su bolsa de mano y, diciendo que no se valía espiar, entro a a la ducha.

Mientras tanto, David estaba ordenando todo en la habitación, ya que mañana, luego del desayuno, bajarían al vestíbulo del hotel para registrar su salida, por lo que no había tiempo suficiente para hacerlo. Guardó la consola, los apuntes, algunos de los recuerdos que había comprado para su familia y amigos... Y todo el tiempo estuvo pensando en Helena. 

Habían pasado solo unas horas de que la conocía, pero la relación que tenían parecía que se conocían de años. Era muy fácil hablar con ella, siempre estaba alegre y era increíble. Todas las historias que compartieron eran muy interesantes y divertidas. Era una persona maravillosa. Así que... ¿qué fue lo que la llevó hasta su puerta ese día? Esa era la pregunta que no dejaba de rondar en su cabeza.

Por lo que había visto hasta el momento, tenía que ver con sus compañeros de viaje, los cuales, también parecían ser sus compañeros de clase. Algo terrible le debieron haber hecho para que se ocultara detrás de él cuando los vieron en la piscina y, lo peor, empezara a temblar. Eso no era nada normal. No había querido indagar en su situación para nada por respeto, pero la curiosidad lo estaba carcomiendo. ¿Sería capaz de preguntarle cuando saliera de la ducha?

La respuesta llego más pronto que tarde. La puerta de la ducha se abrió y salió Helena, cambiada en su pijama. David, como había hecho en la piscina, se quedó embobado viéndola. Lo volvía a confirmar, era muy bonita. Ella le volvió a decir que no se le quedara mirando tanto y que mejor se duchara antes de que fuera más tarde. Él, volviendo al mundo, le respondió que tenía razón. Agarró su muda de ropa e ingreso a la ducha.

Minutos después, ya estaba afuera, cambiado y listo para dormir. Helena, por su parte, estaba viendo un poco de televisión sentada en el sofá, así que decidió sentarse a su lado y ver el programa. Cuando se terminó, apagaron la pantalla y se fueron a acostar. David agradeció mucho que su habitación tuviera dos camas, ya que no sabría que habría hecho si la compartiera con ella.

Una vez dentro de la cama, se desearon las buenas noches y apagaron las luces. Cerrando los ojos, David cayó inmediatamente al mundo de los sueños, mientras recreaba los duelos que había tenido con Helena...

Pero, de repente, sintió que le estaban llamando, así que se despertó, encendió la luz y volteó a ver su reloj. Solo había pasado una hora desde que se acostaron. Cuando empezó a buscar que era lo que había pasado, se encontró que Helena estaba al lado de su cama. Le preguntó si no podía dormir y ella respondió que no, ya que no quería estar sola.

Las palabras, el tono, la mirada, las marcas de lágrimas, la postura, el temblor... Todo indicaba que había tenido un mal sueño. Viendo esto, le dijo que se acostara al otro lado de la cama, y que se quedaría despierto hasta que pudiera dormir. Helena le dio un ligero agradecimiento y se acostó a su lado.

Pasaron algunos minutos sin que dijeran nada. Pero, este silencio se sentía diferente a los anteriores, tenía algo más... Aunque David no supo identificar que era.

En eso, Helena le hizo una pregunta, la que la estaba molestando durante todo el tiempo: ¿por qué había sido amable con ella, una desconocida? Por lo que él sabía, podría estar ahí para sacarle dinero, o para robarle, o para algo más... Para ella, no tenía sentido el que se comportara de la forma que lo hace.

David le dijo que su padre le enseñó una lección desde hace mucho tiempo: siempre ser amable. Puede que uno tenga muchos problemas, o situaciones que no puedes contar a nadie, pero, eso no significa que debas rechazar o ser grosero con las personas. Muchas veces puede que no este en tus manos ayudar a los demás, pero siempre se puede dar una palabra de aliento o estar ahí, acompañando... Cuando la vio ahí, sintió que no podía dejarla sola, no de nuevo...

De repente, Helena lo abrazó, y se sintió muy cálido. Mientras rodaban lagrimas por sus mejillas, le daba las gracias. En esa posición, se durmieron.

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