David estaba muy cansado. Estar todo el día en el congreso de seguridad había sido demasiado pesado. Y más este último día. Entre las pláticas, los paneles, los talleres y los reportes que tenía que hacer para la universidad, no había tenido ni un momento de descanso. Para su buena suerte, tenía toda una habitación doble para el solo. Por un giro del destino, el compañero que le habían asignado no había podido asistir y, debido a que el cambio de habitación no era reembolsable, no tuvieron más opción que conservarla.
Justo cuando estaba a punto de dormir, escuchó que tocaban a su puerta. David se levantó rápidamente, a lo mejor era el maestro que estaba de guardia y no quería tener un reporte por mala conducta. Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró con una joven hermosa, de largo cabello, ojos oscuros y una figura discreta. Atrás de ella, tenía una maleta de color morado, la cual combinaba con el bolso de mano.
¿Quién era esa joven? Por mucho que hiciera memoria, no tenía ningún recuerdo de ella. Entonces, pensó que se trataba de una invitada al congreso buscando su habitación. Así que le preguntó si estaba perdida, pero ella respondió que no. Cuando escuchó su voz, David supo que había algo mal. Ese tono no era normal. Estaba cargado de mucha tristeza...
En ese momento, la joven le preguntó si podría entrar con él. Por supuesto, su primer impulso fue negarse. Es decir, no la conocía y no estaba seguro de lo que podría hacer. ¿Qué tal si era una ladrona o estafadora? Pero, al ver su mirada triste, sintió algo en su interior que le decía: "Si no la dejo pasar, me arrepentiré toda la vida". Por lo tanto, le dejó libre el paso.
Una vez dentro, la joven se sentó en una de las sillas libres, mientras que David se sentó frente a ella. Luego de eso, pasaron varios minutos en silencio. No quería presionarla. Para romper la tensión, le preguntó si tenía sed y quería algo de tomar. Ella respondió que si. Así, le pasó una botella de agua, la cual se tomó de un solo trago.
Luego de unos momentos, la joven se levantó de la silla y empezó a recorrer la habitación. David se paralizó y empezó a pensar si tenía algo vergonzoso a la vista. Por lo que vio a su alrededor, no había nada. Justo cuando estaba suspirando de alivio, escuchó un pequeño grito de asombro. Al voltear, vio que la joven tenía entre sus manos el último tomo de "KimiOne" su saga de novelas favorita.
Se puso rojo de vergüenza. Sabía que no era algo que las personas leyeran de manera regular, por lo que lo ocultaba, incluso de su familia... Que una extraña lo hubiera descubierto... Sin embargo, la joven le preguntó si le había gustado el momento entre el protagonista y su interés romántico en el viaje escolar.
Al escuchar eso, David se sorprendió mucho. ¡Había otra persona que leía esa serie! Emocionado, comenzó a platicar sobre ese momento, y luego de toda la serie. Habló y habló sin descanso durante mínimo una hora. Cuando se dio cuenta, se volvió a sonrojar y se disculpó con la joven. Ella, en cambio, se rió. Le dijo que no había nada de que preocuparse, que le gustó ver lo mucho que le gustaba esa obra. Así, empezaron a platicar de sus impresiones por otro rato más.
En el momento en que hablaron sobre la cita en la piscina, la joven recordó que en ese hotel había una, y le preguntó a David si la había visitado. Este dijo que no, que el congreso lo había tenido ocupado durante todo el tiempo. Al escuchar eso, la joven se levantó, tomó su bolso de mano y le preguntó si quería visitarla ahora que tenía tiempo.
Antes de salir del cuarto, David le preguntó el nombre a la joven. Después de todo, necesitaba decirle de alguna manera. Con una sonrisa, la joven le respondió que su nombre era Helena.
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