martes, 13 de diciembre de 2022

Calendario de Adviento 2022 Día 13 "El documento secreto"

El agente 99 es el mejor espía que tiene la Agencia Secreta, con un porcentaje de éxito del 100 %. Robos, engaños, encierros. No había tarea que no pudiera conseguir. 

La misión que le habían asignado era de una dificultad alta: debía robar un documento en propiedad del jefe de una empresa armamentista. En ese papel, se detallaba de manera muy específica todos los tratos que tenía la empresa con dos bandos que se encontraban en guerra, a fin de suministrarles armas y perpetuar el conflicto, obteniendo ganancias millonarias. Necesitaba ser detenido.

Pero robarlo no sería sencillo: se encontraba resguardado en una caja de seguridad con una combinación única. Primero, tenía reconocimiento biométrico con huellas; luego, un código secreto de 4 dígitos y, por último, un pasador que requería girar dos llaves al mismo tiempo, las cuales el empresario siempre llevaba con él. Si alguno de estos seguros no era desactivado correctamente, saltaría una alarma que alertaría a todos. Sumado a esto, la caja se ubicaba en la oficina principal dentro de la mansión del empresario, la cual se encontraba repleta de guardias de seguridad armados hasta los dientes, así como cámaras de vigilancia ultra sensibles que grababan cada milímetro de la propiedad.

No todo estaba perdido, existía una oportunidad: dentro de una semana, tendría lugar la fiesta de cumpleaños del empresario. La seguridad estaría más relajada y dejarían pasar con mayor facilidad a personas extrañas. Al momento, empezó a preparar todo lo que necesitaba para cumplir su misión.

El agente 99 empezó a trabajar, bajo un alias y un disfraz, en el servicio de meseros que habían contratado para el día de la fiesta. Esto le daría un acceso más sencillo a la mansión, así como crear la cubierta perfecta para realizar su plan.

En el día en cuestión, llegó junto con todo el equipo y siguió las órdenes del jefe de meseros al pie de la letra para no levantar sospechas. Cuando empezaron a llegar los invitados y a servir las copas, comenzó con su estrategia.

Primero, necesitaba conseguir las huellas del empresario. Para esto, se encargó de cambiar el rol que habían hecho en su trabajo para ser él el encargado de la zona donde estaría su objetivo. Así, tendría un mayor control sobre las copas que tocara. Las fue separando con cuidado sin que nadie se diera cuenta. 

Pidió un descanso rápido y se fue a un cuarto de servicio. Mientras fingía que estaba sentado sin hacer nada, usaba sus veloces manos para levantar las huellas del empresario que había dejando en las copas. Cuando las tuvo, las imprimió sobre un guante especial que usaría más adelante. Ahora, solo quedaba hacer una cosa más antes de enfrentarse a la caja fuerte. 

Terminó su descanso y regreso al salón principal donde continuaban sirviendo las bebidas y, mientras caminaba entre las personas, fingió tropezarse y empujó a uno de los invitados, el cual empujó a otro y así sucesivamente, en un efecto domino, hasta llegar al objetivo, el cual terminó empapado de bebida. 

Rápidamente, el agente 99 se acercó al empresario y le dijo que le permitiera el saco para poder limpiarlo y, antes de que pudiera responder algo, salió corriendo. Una vez en la cocina, le preguntó a alguien del servicio donde se encontraba el cuarto de lavado ya que necesitaba limpiar ese saco. El mayordomo principal lo llevó hasta el y se quedó afuera para guiarlo de regreso.

Una vez dentro, sacó las llaves que necesitaba de uno de los bolsillos. Gracias a que los lentes, que formaban parte de su disfraz, tenían una función de rayos X, supo donde estaban las llaves. Que se localizaran en el saco hizo todo más sencillo. Con un torno portátil, pudo hacer copias perfectas de ambas llaves y las guardo en su uniforme. Luego, se puso a limpiar el saco de forma veloz. 

Después de un rato, el saco estaba impecable. Se lo entregó al mayordomo que estaba fuera de la puerta pidiéndole de favor que se lo entregara a su jefe, ya que a él lo habían llamado de emergencia a otro lugar. El mayordomo se fue dejando solo al agente 99.

Ahora, se encontraba en la fase final de todo su plan. El uniforme de los meseros, por curioso que parezca, era muy similar al de los guardias de seguridad, así que le basto ajustarlo un poco para hacerse pasar por uno de ellos. Con su nuevo camuflaje, caminó sin preocupaciones hasta la oficina del empresario, donde aguardaba su objetivo. 

Solo que, no entró inmediatamente, sino que usó una herramienta más de sus útiles lentes: podía interferir las cámaras de seguridad en un pequeño radio, creando una imagen falsa de la grabación en la que él no aparecería. Estaba muy cerca de completar su misión.

Por fin, entró a la oficina y buscó la caja de seguridad. A primera vista, no estaba por ningún lado. La habitación estaba llena de antigüedades, libros y fotos. Sin embargo, detectó, frente a los libreros, unas marcas en el suelo como de ruedas. Intentó mover uno de los muebles y cedió, dando paso a la tan deseada caja fuerte.

Primero, se puso el guante con las huellas del empresario y la colocó sobre el escaner biométrico. Un segundo después, que se sintió como una hora, una luz verde se encendió. Había pasado la primera prueba.

Aunque no supiera el código de 4 dígitos, lo podría obtener. Activó una visión especial de sus lentes que permitía ver cuales teclas en el teclado numérico habían sido presionadas. Por sus clases de espía, sabía que la presión iba disminuyendo a medida que te acercaras al final del código. Presionó la teclas y, entonces, se encendió la segunda luz verde. 

Todo lo que restaba era girar las los llaves al mismo tiempo. Hecho esto, la tercera luz verde se encendió y la caja fuerte se abrió automáticamente. Adentro, el tan anhelado documento. Lo tomó y lo guardó bajo su uniforme. Volvió a cerrar la caja fuerte, colocó el librero en su lugar y salió de la oficina, desactivando la interferencia con las cámaras de seguridad.

Regresó al cuarto de lavado y se transformó nuevamente en el mesero, permaneciendo en su papel el resto de la velada.

Al día siguiente, el agente 99 le entregó a su jefe, J, la evidencia que había recuperado. A las pocas horas, el empresario estaba tras las rejas y, sin nadie que les vendiera armas, la guerra terminó. 

Misión cumplida, agente 99.

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