lunes, 10 de febrero de 2020

Un deseo parte 1

"Si pudieras pedir un deseo, el que fuera, ¿Cuál sería?"

Esa pregunta apareció frente a Arturo mientras soñaba. Pero no supo responder a esa extraña pregunta. Se levantó de la cama y miró a su alrededor. Vivía solo. Sus padres habían muerto hace tiempo en un accidente. Y no tenia ningún familiar cercano. Ya estaba acostumbrado a esa vida.

Camino a la escuela, le asaltó de nuevo la pregunta. pero aún no tenía la respuesta. Mientras tanto, veía a sus compañeros caminando juntos. Arturo nunca fue un chico muy sociable, siempre lo trataron como el extraño de la escuela, y más desde que sus padres murieron. Dijeron que había una maldición a su alrededor y quien se acercara mucho moriría. Así que no tenía ningún amigo.

Entró a su salón de clases y se sentó en su lugar. Los que estaban a su alrededor se encontraban vacíos. Los maestros habían insistido en que se sentaran a su lado pero nadie quería hacerlo. Pero ese día...llegó alguien...

Una niña nueva. Su nombre era Agatha. Arturo sabia que era astronómicamente imposible que se acercara a él. Le ofrecieron sentarse en cualquier lugar del salón, y muchos chicos agarraron las sillas alrededor de Arturo para ponerlas a su lado. Sin embargo, Agatha, al ver esto, se sentó al lado de Arturo.

Agatha empezó a hablar con Arturo. Pero él no sabía como responder, era la primera vez que interactuaba con un compañero, y más con una niña, en mucho tiempo. Pero eso no detuvo a Agatha de seguir intentando.

Cuando Arturo regresó a casa ese día, estaba más feliz que nunca. ¡Alguien se había acercado a hablarle! Se durmió con una sonrisa.

En sueños, se encontró con un ser muy poderoso que le volvió a decir lo mismo "Si pudieras pedir un deseo, el que fuera, ¿Cuál sería?" Al parecer, por lo que podía sentir Arturo, el ser podría conceder cualquier deseo que pidiera, no había imposibles para él. Le daría 3 días para pensarlo ya que era un regalo que pasaba de persona a persona cada cierto tiempo.

Arturo se despertó con la gran tarea de pensar muy bien su deseo, porque era algo único en la vida y no quería desperdiciarlo.

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