Había una vez un joven de nombre Ángel que podía hacer que las personas se enamoraran entre ellas, pero el no se podía enamorar de nada ni de nadie.
Cualquiera diría que es una bendición no poderse enamorar de nadie, que nadie te rompa el corazón, nadie te traicione, etc. ; pero el lo sentía como una maldición completa.
Buscaba ayuda en todas partes, pero no encontraba. Hasta el día en que se cruzo con ella.
Su nombre era Astrid, muy hermosa de todas las formas que se pudiera pensar. Ángel se decidió a conquistarla, lo cual no logro para su desgracia.
Estaba tan triste que se iba a matar, pero algo lo salvo de la oscuridad. Una voz que le decía que su poder era un don, algo que daba poder y esperanza al mundo, algo que le daba esperanza a él.
Esto lo detuvo por completo de buscar a alguien a quien querer y que lo quisiera, se convirtió desde entonces en un mensajero de la esperanza.
Esta historia se me acaba de ocurrir, por lo que no la critiquen y busquen el mensaje oculto en ella.
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