Al llegar al castillo, Nala se encontró con los dos bandos (las paletas y los bombones) peleando entre si. No había forma rápida e indolora de llegar al otro y avisar que había un nuevo gobernante. Estuvo de escondite en escondite y cuando se encontraba en peligro, se quedaba quieta esperando a que pasara.
Estuvo en ambos lados de la batalla, por lo que escuchaba las expresiones de las paletas cuando caía alguien muy querido por ellas (un general, coronel, etc.) y veía las lagrimas de los bombones cuando enterraban a sus muertos. Esto tenia que acabar, se decía ella en el fondo de su corazón.
Por fin consiguió llegar al trono. No había nadie cuidándolo, se acerco a el y se sentó.Con esto se soltó una hermosa luz que cubrió todo el país. Con esto, los dos bandos supieron que había un nuevo gobernante para todos ellos. Al entrar y descubrir que era una persona de carne quien los gobernaría se dividieron de nuevo en dos bandos, pero esta vez combinados de paletas y bombones: unos que si querían que Nala los gobernara y nos que no la querían. Por lo que empezaron otra guerra por ver quien prevalecía, sólo que uno de los que no querían a Nala se acerco a ella con una espada, listo para matarla...
Y en eso despierta en la habitación del crucero, sorprendida de que todo lo que vio fue un sueño. Fue suficiente aventura para una vida, por lo que ya no busco más y, al terminar el crucero, se regreso a casa más sabía de como había salido.
Esta historia esta dedicada a una persona que se ha ido (especifico, no se ha muerto, sólo se ha mudado) y espero que donde vaya, siempre sea una aventura.
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