-Los fantasmas no existen-le decía a Claire
-Si existen-me respondió ella.
Era un día nublado, con rayos y truenos. Ambiente idóneo para contar historias de terror, que sugirió Claire que hiciéramos por no tener clientes. Le dije que no porque los fantasmas no existen.
-¿Cómo sabes que no existen?-me preguntó ella
-Antes de conocernos, tuve varios casos que involucraban fantasmas, y ninguno de ellos fue real
-Eso no significa que no existan
-Si eso es cierto, ¿por qué nunca los vemos?
-Porque sólo se dejan ver por las personas correctas-contestó Claire
En eso, un hombre de mediana edad, cabello castaño, ojos color almendra, alto, fornido; entro en nuestra oficina todo asustado. Se desmayo sin decir una palabra. Lo colocamos en el sofá y esperamos a que recobrara el conocimiento.
Despertó a los 5 minutos. Seguía asustado.
-¿Por que estas aquí?-pregunté
-Porque necesito ayuda con un caso paranormal
-No resolvemos... empecé
-Por supuesto, cuente con nosotros para resolverlo-completó Claire
-Bien, me llamo Estefan. Mi casa es la más antigua de mi cuadra, por lo que esta embrujada.
-¿Esta seguro?-pregunté
-Por supuesto, cada noche a la misma hora escucho una voz de mujer que empieza a hablar, por eso se que que el nombre del fantasma es Loren. Dice que sufrió una muerte horrible en esa casa y no descansara hasta saber que paso, como fue que murió. Esa es la razón de acudir a ustedes, son los mejores del pueblo para resolver misterios.
-Me parece un caso muy interesante. Lo más conveniente que puede hacer es guiarnos a su casa-dijo Claire
-Muy bien-respondió Estefan
No estaba tan seguro de que el caso valiera la pena, pero al no tener ningún otro, era la única opción para no aburrirnos.
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